El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel. Alfred Hitchcock

El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel.

Alfred Hitchcock

miércoles, 24 de marzo de 2010

Centenario de Akira Kurosawa

Mañana se cumple un siglo del nacimiento del cineasta más influyente de Japón y uno de los más laureados en la historia del séptimo arte.
El inicio de su carrera como director estuvo marcada por la falta de libertad creativa, pero las presiones se fueron rebajando a finales de los cuarenta y en 1950 llegó Rashomon. A partir de aquí, y fruto de su estrecha colaboración con los actores Takashi Shimizu y Toshiro Mifune, se sucederían algunos de los títulos que más han influido a directores de todo el planeta. Son la enternecedora Vivir (1952), la épica Los siete samuráis (1954), Trono de sangre (1957), calificada por Harold Bloom como la mejor adaptación de Macbeth, La fortaleza escondida (1958) -que inspiró a George Lucas los personajes de C3PO y R2D2- o Yojimbo (1961), maravillosamente plagiada por otro grande, Sergio Leone, en Por un puñado de dólares.
Ya entonces, Kurosawa se enfrentaba a los críticos japoneses que le acusaban de ser demasiado occidental, empeñado en llevar a la pantalla la literatura de Dostoievski, Shakespeare, Gorki o Simenon, en cuyas novelas se inspiró para rodar El perro rabioso(1949). Las acusaciones le pasaron factura dentro de la industria nipona, que a finales de los sesenta lo consideró ya manido y lo empujó a una lucha constante para lograr financiar sus trabajos.
Después del estreno en 1970 de Dodeskaden, Kurosawa intentó suicidarse. Logró reponerse y filmar la que fue su única película producida en el extranjero, Dersu Uzala(1975), un alegato contra la desnaturalización del hombre moderno. Ya casi ciego, y con el apoyo financiero de George Lucas, Francis Ford Coppola o el francés Serge Silberman, rodó en la siguiente década la monumental Kagemusha (1980) y la poderosa fábula Ran(1985), su obra cumbre para muchos y por la que fue candidato al Oscar. Perdió, aunque en 1989 obtuvo la estatuilla honorífica. Salió a recogerla pertrechado tras sus famosas gafas ahumadas, que eran su homenaje a su admirado John Ford.
Aquí os dejo un homenaje a Akira Kurosawa hecho por un internauta.

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