El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel. Alfred Hitchcock

El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel.

Alfred Hitchcock

lunes, 29 de septiembre de 2008

Desaparecidos

La semana pasada nos dejaron Pedro Masó (23-9) y Paul Newman (27-9), dos grandes del cine.
Pedro Masó nació en Madrid en 1925 y siempre fue un hombre de cine ya que empezó a trabajar en él como actor de bulto a la edad de 14 años. Poco después fue el chico de los recados en los rodajes. Trabajó como botones en los Estudios Chamartín y a los 20 años ya era ayudante de producción. De ahí pasó enseguida a jefe de producción, y más tarde, con su propia compañía, fue guionista, productor y director de películas de gran éxito en cualquiera de estas vertientes.
Es difícil saber en cuantas películas intervino. Él decía que había escrito 146 guiones, dirigido 14 largometrajes y producido otros 82, pero puede que esas cifras no sean precisas. Lo que sí es cierto es que su presencia marcó un estilo en la comedia española a lo largo de treinta años, desde Las chicas de la Cruz Roja (1958), hasta Atraco a la tres y media (2003), el último filme que escribió y produjo, y con el que trató de repetir el éxito obtenido en 1962 con la original Atraco a las tres, dirigida José M.ª Forqué.
Los tiempos habían cambiado y Masó ya no era el mago que transformaba en éxito casi cuanto tocaba. Detrás tenía, eso sí, una trayectoria de éxitos populares que marcaron en su día récords de taquilla. Baste recordar El día de los enamorados, 091 policía al habla, Vuelve san Valentín, La gran familia, La ciudad no es para mí, Sor Citroën, Historias de la televisión, Un millón en la basura, ¿Qué hacemos con los hijos?, Experiencia prematrimonial...
Como tantos otros cineastas de su generación tuvo problemas con la censura, pero también supo complacer los gustos de las autoridades de cada momento realizando películas que ensalzaran valores "nacionales" . Su cine fue evolucionado de acuerdo con los cambios políticos o morales que se vivieron en España. A la hora del destape, también puso su granito de arena con títulos como La Coquito, La menor, Las adolescentes o El divorcio que viene. Y, cuando en TVE se pusieron de moda las series de cierta calidad, acaparó nuevos éxitos con Anillos de oro (1983) y Brigada Central (1989).
A Pedro Masó le gustaba ser considerado como "un hombre de cine". Presumía de haber ganado mucho dinero con él y también de haberlo perdido en nuevas inversiones, siempre en el cine. Se quejaba de su poca habilidad para vincularse a negocios fructíferos fuera de su oficio, y también se lamentaba del olvido en el que se le tenía, a pesar del reconocimiento de la Academia de Cine, que le concedió un Goya de Honor en 2006.
A lo largo de su carrera había descubierto a muchos actores, había colaborado con guionistas de prestigio como Rafael Azcona, producido a buenos directores y, según él, tocado en sus películas temas candentes. Lo hizo, efectivamente, aunque siempre bajo la óptica de la bonhomía.
Sus personajes solían ser seres inocentes, cándidos o sin malicia, casi siempre felices con la suerte que les había tocado. Quizás tuvieron algo de sí mismo. Porque Pedro Masó era un buen tipo. Vivió su tiempo con pasión, rebelándose contra la poca gracia de haber nacido pobre y triunfando en su quehacer a base de aceptar retos. Un estilo del cine español desaparece con él.
(El País, DIEGO GALÁN 24/09/2008)




Las chicas de la cruz roja La gran familia

Paul Newman nació un 26-1-1925 en Cleveland.
Películas como El buscavidas, Marcado por el odio o El juez de la horca están impregnadas del talento de este actor incorruptible al que la fama no consiguió transformar en carne de revista rosa. Tan célebre por su trabajo como por su activísimo político, su generosidad filantrópica y su pasión por la velocidad (era piloto de automovilismo), Newman falleció en su granja de Westport (Connecticut) a los 83 años. Con cerca de un centenar de títulos a sus espaldas, un Oscar al mejor actor, otro honorífico, un premio de la Academia por su labor humanitaria y nueve candidaturas, sabía que la muerte le acechaba y el pasado agosto optó por abandonar el hospital y los tratamientos médicos para disfrutar en la intimidad de sus últimos días.
"Su arte era la actuación. Su pasión, las carreras. Su amor, su familia y amigos. Y su corazón y su alma los dedicó a contribuir a que el mundo fuera un lugar mejor para todos". Éstas eran las palabras con las que ayer anunciaba su muerte la Newman's Own Foundation, creada con el dinero de su multimillonario negocio de condimentos para ensalada. Lo creó en los años ochenta jugando entre pucheros -amaba la cocina-, y de manera altruista nunca lo explotó para sí, repartiendo con fines benéficos más de 150 millones de euros.
Pero antes que sus aliños, el mundo saboreó en todo su esplendor los ojos de Paul Newman en 1958, cuando la llegada del color a Hollywood permitió que pudieran llenar de azul la pantalla por primera vez en la película, Un largo y cálido verano. Aquel filme, el sexto de su carrera, por el que consiguió el premio al mejor actor en el Festival de Cannes, también supuso el encuentro con la actriz Joanne Woodward, que se convertiría en su segunda esposa. Cincuenta años después, la actriz seguía a su lado el día de su muerte. Newman trabajó con ella en 11 filmes y la dirigió en cuatro, incluida la aclamada Rachel, Rachel. En una industria donde el consumo de parejas parece la norma, Newman también supo ser diferente. "¿Si tengo un filete en casa, para qué me voy a comer una hamburguesa?", bromeó en los años noventa respecto a las "tentaciones".
Y no tuvo pocas. Trabajó con las mejores actrices de su generación, desde Elisabeth Taylor en La gata sobre el tejado de zinc hasta Lauren Bacall en Harper investigador privado. Pero la pareja con la que realmente marcó época no tenía nombre de mujer. El western Dos hombres y un destino convirtió a Paul Newman y Robert Redford en el fenómeno comercial de 1969, algo que volvió a ocurrir en El golpe, otro clásico de los setenta, donde repetían en la piel de personajes marginales como los que Newman buscó siempre para huir de los papeles de galán a los que Hollywood deseaba unirle para explotar su belleza.
Extremadamente autocrítico, compartió método con Marlon Brando y James Dean, estudiantes como él del New York Actors Studio de Lee Strasberg, que inyectó el naturalismo en toda aquella generación de actores. Nacido en Cleveland (Ohio), dio sus primeros pasos en Broadway y la televisión pero su primera película, El cáliz de plata, le frustró tanto que, cuando años después el filme se emitió por televisión, compró una página entera en Los Angeles Times para decir: "Paul Newman les pide disculpas por cada noche de esta semana".
En su búsqueda por huir de los papeles de "guaperas", fue uno de los primeros actores que le compró a la Warner su contrato con el estudio para poder elegir con libertad a principios de los sesenta, coincidiendo también con su huida de Hollywood -se instaló en la costa Este-. "Sólo cuando te alejas de California aprendes a no tomarte en serio", dijo. Alejarse del mundo de las estrellas le acercó a la realidad. Se implicó activamente en la lucha por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam, ganándose enemigos como el presidente republicano Nixon, una enemistad de la que presumió toda su vida.
Achacó al aburrimiento por el cine el descubrimiento de una nueva pasión, las carreras, que conoció a través del filme Winning en 1969. Tardó cinco décadas en conseguir su primer Oscar. Fue en 1986, un honorífico a su carrera. En 1987 le llegaba por la película El color del dinero, en la que Martin Scorsese rescató al jugador de billar Fast Eddie Felson, al que había interpretado en El buscavidas. Como él, también sabía que la vida tiene un componente importante de suerte. En 1978, su hijo Scott, fruto de su primer matrimonio, fallecía por una sobredosis de drogas y alcohol. Para que otros tuvieran más suerte creó un centro de rehabilitación en su nombre.
(El País, BARBARA CELIS - Nueva York - 28/09/2008 )
Las dos últimas películas en las que apareció fue en Mensaje en una botella y Camino a la perdición por la que volvió a estar nominado al Oscar.

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